sábado, 26 de enero de 2013

Estrategias indígenas para la conquista de América

Estrategias indígenas para la conquista de América

 

Durante la semana santa de 1536 el inka Manko Capak termina de coordinar el “llamamiento general” a todas las provincias del imperio para reconquistar el Cusco en manos de los Kañaris, viejos enemigos de los inkas, y sus nuevos aliados españoles al mando de   Hernando Pizarro.  Frente al ataque inka los ocupantes van perdiendo una a una sus posiciones dentro de la ciudad , primero la fortaleza de Saksayhuaman que dominaba la plaza y después combatiendo calle por calle hasta quedar acorralados  en la plaza mayor de la ciudad. Los españoles eran solo un puñado y los kañaris se habían retirado a las montañas.
En ese crítico momento en que se podrían haber eliminado a los pocos extranjeros del Cusco para luego dedicarse a los de Lima que en paralelo estaban siendo hostigados por el ejercito inka del norte al mando del general Quizo Yupanki, Pizarro pide ayuda a sus aliados y los Kañaris vuelven a entrar en la ciudad, ataque gracias al cual logra recuperar la fortaleza de Saksayhuaman y rechazar finalmente a Manko a quien no le queda más remedio que retirase a Ollantaytambo, a 80 kilometros del Cusco.
El propio Inka Garci Lasso nos relata pocos años después lo que ocurrió en pleno fragor de la batalla cuando algunos oficiales de Manko Capak desafíaron a los españoles sitiados a un combate singular:
“Entonces un indio Cañari de los Nobles de su Nación, que cuando Niño y Muchacho avia sido Page del Gran Huayna Capac y despues fue criado del marques D. Francisco Pizarro dijo: “que pues aquel atrevido venia a desafiar a los viracochas que el queria salir en su desafío y que esperaba volver en la victoria”1
Sería una simpleza pensar que los kañaris traicionaron la “causa india” al ayudar a los españoles, es más logico pensar que simplemente defendían sus intereses. Los dirigentes de esta nación originaria del actual Ecuador , habiendo sido conquistados inicialmente por Tupak Yupanki (1440-1493) e incorporados al imperio tomaron posteriormente partido por Huaskar en su enfrentamiento con Atawallpa durante la guerra que enfrentó a ambos hermanos. Atawallpa  los conocía bien por haber sido criado en Quito y no los quería.
Por su parte los dirigentes kañaris se aliaron con Francisco Pizarro desde que él desembarcara en Tumbez y decidiera capturar a Atawallpa. Personalmente pienso que no sería nada extraño que incluso ellos mismos lo hubieran inducido a tal decisión pues cuando él llego al campamento militar kañari ya estaban en armas contra Atawallpa. Es decir, se trata de un ejército en operaciones que esta apoyando a uno de los bandos del imperio y al cual se incorpora Francisco Pizarro. Por tanto, la ayuda que los kañaris dan al clan de los Pizarro cinco años después para defender Cusco era coherente con su proyecto político. Su plan era claro: debilitar el poder imperial para retomar su autonomía, utilizando en esa estrategia a los violentos extranjeros portadores de tecnología nueva e innovadoras artes de combate.
Y de hecho, fueron exitosos dado que, con la posterior conformación de la colonia vieron recompensada su intervención militar obteniendo poder en la administración. Tal es la conclusión a que ha llegado el historiador francés Jacques Poloni-Simard:
 “A algunos nobles (kañaris) se le reconocían títulos. En 1607, Don Francisco Huarta Pudlla poseía el título de ‘Cacique principal y gobernador de los pueblos de Juncal y Hatun Kañari’, en 1611 Don Sebastian Lasso era reconocido como  cacique y señor principal de la Alausi, Guasuntos y Mollepongo2
Involucrar a los españoles en los juegos de poder fue una constante entre los distintos grupos de políticos indígenas, incluso el propio Manko Capak, en este caso derrotado por la alianza Kañari-pizarrista no dudó en utilizar a los españoles para sus propios intereses. Sabemos que un año antes de la batalla del Cusco que acabamos de citar, contrató al vasco Martín Cote para que “al mando de una cuadrilla de españoles asesinara a su primo Atoc Supa, quien en opinión de algunos tenía  bastante derecho para ocupar la posición del propio Manco”, es decir, el trono del imperio3 .

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